21 marzo 2007

Un poquito mas de mi cuento

Ella estaba en la orilla de un ancho mar azul, cristalino, de estos mares que no saben si reflejan el cielo o es el cielo el que refleja el mar. Estaba en calma, con unas pequeñas olas que le acariciaban los pies con su espuma blanca. Sentía el frescor del mar en toda su piel y los reflejos del sol en su cara. Clara miraba al horizonte como esperando la llegada de algo o de alguien. Aunque no sabía el que. Pero si tenía el deseo en su corazón, la esperanza en el alma. Sentía que era real, le oprimía el pecho el dolor de su ausencia y sentía un halo de esperanza, mirando al horizonte plano, tranquilo, constante.

Se vio metiéndose poco a poco dentro, meciéndose por las olas, acariciadas por las gotas de mar salada, hasta que se sumergió directamente. Sintiendo el frescor azul y a su vez la calidez del sol.

Pero de pronto, sin saber por qué, estaba tendida en la orilla, en la playa, mojada y jadeando, como cuando se ha realizado un gran esfuerzo. La arena le rozaba la cara, pero era confortable, era como estar en casa. Le agradaba sentir aquello. Pero temía por algo.

Por que estaba tan cansada? Como salio del agua? Contra que o quien tuvo que luchar? Estaba tomando un baño apacible y tranquilo, pq sentía como si hubiera luchado por su vida o por la de otros?

No entendía nada, pero al volver a abrir los ojos vio ante si un ser extraño. Con unos enormes ojos azules, que reflejaban el ancho mar y el bello cielo. Como si el fuera el guardián de tan preciados tesoros. Era rubio con pequeños tirabuzones que le caían sobre la cara. No pudo imaginar que edad tendría. Solo sintió la necesidad de decirle una cosa:

“No podía imaginar que existiera alguien como tu”

El se agacho y se sentó junto a ella, le tomo la mano y le dijo:

“Como sabes que soy real, si solo me has visto en tus sueños?”

En ese instante, Clara comenzó a dormir placidamente, como cuando se es bebe y nos mecen los brazos de nuestra madre, en una playa, acariciada por la espuma blanca del mar y los dorados rayos del sol. Mecida por aquella persona a la que llevaba esperando años, tal vez siglos.

Por fin llego!!!. En ese momento, Clara despertó, en una profunda oscuridad, en una angustiante realidad en la que no deseaba vivir y que le dolía el deseo de hacerla desaparecer.

Sintió la angustia de siempre al despertar de sus sueños a la realidad, oscura, fría, inhumana.

Pero esta vez era distinto. Algo había cambiado. No podía pensar más que en aquella playa, en la espuma blanca, en los dorados rayos del sol, acariciando su piel y en él.

Se oyó decir sin pensarlo si quiera:

“ Eres real y te esperaba desde hace mil lunas”

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