16 abril 2008

Obstáculos

"Voy andando por un sendero.

Dejo que mis pies me lleven.

Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorta la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.

Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.

Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa.
Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso. Temo... dudo.

Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto... Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.

Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo

Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que está allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos... Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo... y resisto.

Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado... descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños...

Me siento abatido... Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca... No dejaré que el muro impida mi paso.

Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire... De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.

Me recuerda a mí mismo... cuando era niño.

Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?

El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí?

Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras... Los obstáculos los trajiste tú".

Obstáculos.
Jorge Bucay

3 comentarios:

Kaken dijo...

Hummm, lo que leo ultimamente no es muy optimista que digamos...
Puede ser que el blog sea algo para escupir malestares, una eficaz válvula de escape y que todo no sea tan negativo, seguro.
Entiendo muy bien lo que cuentas, he pasado toda mi vida sin querer aceptar que la vida es cambio, movimiento continuo e incertidumbre (no se si es tu caso, conste, pero me ha surgido al leerte).
Si llovía, me cabreaba, si hacía sol, gafas, que me hiere, si frío mal y si calor también.
Por fin he llegado a un punto al que llegan algunos antes y otros nunca: aceptación de lo que no puedo cambiar...y adaptación.
Es fácil? Para naaada, al menos para mi.
Pero cuando se conoce el origen, se van siguiendo los pasitos y andando el camino, y todo se hace más sencillo.
Si te gusta Bucay, te recomiendo a Mª Jesus Alava Reyes, esa si que es la monda, te pone las pilas que no veas.
He leido poco de Bucay, pero sé que lleva 20 años siendo tratado, en terapia. Me parece estupendo que la gente le lea y les sirva de ayuda, pero Alava Reyes supone un salto hacia delante en comparación.
Yo entiendo que Bucay se explora en sus libros, pues el mismo hace terapia, y seguro que da claves a mucha gente, pero lo que hace Alava en sus libros es infinitamente más eficaz.
Si te animas me comentas, vale?

Olga dijo...

No es pesimismo, es mas bien autoanalisis. No es que sea una persona 100% optimista, pero puedo asegurar que para lo que pasa me acerco mucho, aunuqe tambien lucho mucho por serlo y por no ver solo lo feo de la vida.

Si fuera pesimismo y derrota no escribiria en el blog.

Buscare algo de Maria Jesus Alava Reyes, no la conocia, creo, tal vez haya leido relatos sueltos de ella.

Sonrisas.

Kaken dijo...

Pues para empezar, su libro "La inutilidad del sufrimiento" se agotó, ¡Juan lo prescribe a sus pacientes¡ y a mí me cambió el chip por completo.
Hay personas que buscan, que piensan, me da que eres una de ellas, y a mi me gusta compartir lo que me ha ido muy bien.
Otra sonrisa para tí.